¿Controlar o que me controle mi rabia? ¿Quién es el que toma el control?

25.11.2016

Llevas una temporada irritable, cansado/a, con cambios de humor, hay veces que te sientes furiosa/o y no sabes muy bien la causa (o si...), muchas veces te altera la lentitud del cajero/a, los niños cruzando por el paso de peatones yendo al colegio, el tráfico para entrar a una rotonda, etc., todo lo que te dicen te sienta mal, siempre están cuestionándote, los demás parecen que sólo se fijan en tus defectos (y probablemente tu también te fijas sólo en sus fallos), no tienes tiempo para descansar, para darte una ducha con tranquilidad, etc.; cuando llegas a casa lo último que quieres es que te molesten, y no es que lo hagan, es que casi todo te molesta, y hablas mal, subes el tono de voz, eres cortante, o a lo mejor estallas en un monólogo de acumulada frustración y rabia.

Probablemente, si te encuentras así, la ira haya inundado diversas áreas de tu vida, quizá hayas tenido que callar y no poder expresar tus emociones o pensamientos, tus padres quizá fueron estrictos y no tuvieron en cuentas tus necesidades, quizá algún recuerdo traumático de la infancia se activa ante diversos acontecimientos, probablemente no hayas aprendido a tolerar tu frustración, que es básicamente no enfadarse cuando las cosas no suceden cómo y cuando nosotros hemos planeado, probablemente no hayas aprendido maneras de comunicarte de manera más sana, positiva y enriquecedora, o quizá estás en un momento de mucho estrés y responsabilidades y no sabes cómo manejarlo para que no te afecte de esta manera.

Las hipótesis pueden ser muchas, y tan variadas como las diferentes personas que tengan problemas para el control de su ira en las diversas situaciones de su vida cotidiana. Aunque muchas personas crean que no pueden controlarse, hemos de erradicar esta creencia, y tomar el control y ser dueños de nosotros mismos, puesto que podemos aprender nuevas maneras de pensar, podemos aprender a actuar de muy diferentes formas, y sobretodo podemos tomarnos la vida de otra manera para que no sea tan dañino ni para nosotras/os ni para nuestro alrededor.

Por tanto, y como sí podemos tomar el control de nosotros mismos si así lo deseamos (¡Ojo! Esto no es pan comido, pero se puede), es preciso tener en cuenta lo siguiente:

-Intentar llevar un diario donde anotes las situaciones, los pensamientos, y las emociones que te han surgido, si en muchas se refleja la rabia, anota también como has actuado; tras esto, escribe otras conductas alternativas (más positivas) y haz la prueba.

-Probablemente haya mejores maneras de actuar, que te generen mayor bienestar y satisfacción.

-Aprende a relajarte, y a respirar; esto requiere su tiempo, no piense que por practicar dos veces las relajaciones, ya tendrán efecto, en tal caso probablemente llegues a pensar que no sirven de nada porque aún no tienes la suficiente práctica como para poderlas utilizar en momentos de activación muy alto.

-Pon en práctica diferentes maneras de comunicarte, puedes decidir callar por qué no merezca la pena (evitar como decisión propia, es diferente a callar o evitar porque siento ansiedad y no sé afrontar una situación), puedes aprender a expresarte sin faltar el respeto a los demás y buscar soluciones, pero nunca pasar límites que te conduzcan a descontrolar ni actuar con agresividad.

Finalmente, todo proceso de cambio y mejora personal, conlleva una profunda reflexión y sinceridad con sí mismo, y una motivación y constancia, claves para la mejora, y como en casi todas las cosas, habrá momentos de flaqueza y de fallos, pero lo importante es seguir aprendiendo, seguir siempre mejorando e incluso descubriendo cosas nuevas de nosotros mismos/as.

Escrito por: María Álvarez, AN08209