Compadecernos de nosotros mismos

18.01.2017

Compadecernos de alguien, de algo o de nosotros mismos, parece tener connotaciones negativas o poco deseables, parece que cuando sentimos compasión por alguien lo hacemos desde la pena y la tristeza, y sin embargo, eso, es justo lo que muchas personas necesitan, es decir, necesitamos que nos apoyen sin juzgarnos, sin querer imponernos que "debemos" o "tenemos" que hacer, que sentir o que pensar, a veces necesitamos que sólo nos escuchen, necesitamos poder expresarnos de manera libre sin miedo al cuestionamiento, o también podemos ser guiados a la reflexión, al cuestionamiento sano, sin prejuicios y sin vergüenzas.

Lo curioso es que a veces nos sorprendemos siendo compasivos con los demás, pero tremendamente exigentes con nosotros mismos, sin darnos cuenta del daño que nos provocamos.

A veces, en consulta nos encontramos con personas que han adquirido patrones rígidos de pensamiento y comportamiento, sus padres, hermanos o profesores, les exigían estándares muy altos, les castigaban por el más mínimo fallo, obviaban sus sentimientos y se mostraban inflexibles ante la diversidad de pensamientos, emociones y conductas. Todo esto que hemos adquirido durante un extenso periodo de aprendizaje lo tenemos muy interiorizado, y nos encontramos en la tesitura de que no queremos funcionar así, es más, lo que hemos interiorizado, esa forma de comportarnos nos hace sufrir.

Probablemente, nuestros padres, antiguos profesores, entrenadores, etc., ya no estén (o no al menos en la manera anterior), y no podemos cambiar el pasado, pero lo que sí podemos es cambiar nosotros, nuestra manera de relacionarnos con nosotros mismos, podemos empezar a practicar la compasión con nuestra propia persona.

Podemos entender nuestros errores como aprendizajes.

Podemos entender nuestros errores como propósitos de mejora flexible.

Podemos entender nuestras emociones como válidas y reales.

Podemos entender el poder que tiene nuestra manera de pensar en nuestras emociones.

Podemos entender que podemos trabajar en cambiar nuestra forma de pensar, si nos daña.

Podemos entender que no vamos a gustar a todo el mundo.

Podemos entender que no gustar a todos nos hace más fuertes y no dependientes.

Podemos entender que vale la pena intentar nuestros objetivos.

Podemos entender que no siempre conseguimos lo que nos proponemos.

Podemos entender que más satisfactorio es haberlo intentado.

Podemos entender que somos personas, con todo lo que esto conlleva, y que en multitud de ocasiones, hemos de ser compasivos también con nosotros mismos.

Escrito por: María Álvarez, AN08209