El ciclo vital y la pareja

20.09.2017

Tanto las personas como la pareja, pasamos y pasan por diferente momentos vitales, actualmente no todas pasan por un modelo definitivo, ni por ende lo más común es lo mejor, cada persona y cada relación se vive de infinidad de maneras, pero sí podemos tener en cuenta y destacar unas pauta comunes (que como ya he escrito puede darse o no, pero que conviene tener en cuenta):

  • El enamoramiento: para enamorarse primero hemos de estar conectados, abiertos y con ganas de conocer, esto nos hace estar pendientes y detectar posibles personas que estén dispuestas a satisfacer nuestras necesidades y ganas, aunque hemos de tener en cuenta y ser conscientes de nuestros patrones de pensamientos, creencias y patrones de conducta que puedan jugarnos malas pasadas a la hora de conocer una nueva pareja. Cuando nos enamoramos, parece que nos encontramos en un estado de enajenación mental transitoria, porque queremos estar todo el tiempo con la persona amada, porque perdemos los límites individuales, no paramos de pensar en la persona amada, podemos dejar ciertas actividades o ciertos encuentros sociales para estar con nuestro amado/a, etc. Podemos entender que este periodo es incompatible con nuestra vida normal, por eso además según las investigaciones este estado cuenta con un tiempo finito, que parece estar entre dos meses a dos años (para los más optimistas). Muchas personas se vuelven adictas a las sensaciones tan maravillosas del enamoramiento, y piensan que cuando estas sensaciones han pasado la relación no funcionan o se ven frustrados y aburridos en la relación.
  • Formación del vínculo y comienzo de la relación: es en este momento en el que la adrenalina y la inestabilidad del enamoramiento dan paso a la estabilidad, la confianza y la seguridad de una relación estable, estos son grandes beneficios que aporta una relación de pareja, también comienzan a surgir metas y proyectos comunes, y fantasías de un futuro en común donde nuestras necesidades se ven cubiertas y arropadas por la pareja. Por otro lado, ocurre un fenómeno de vuelta al visionado de la realidad, donde comenzamos a vislumbrar la realidad de nuestra pareja, empezamos a ver sus defectos y virtudes, empezamos a ver que lo que antes le o la hacía adorable, ahora nos molesta o al menos no nos resulta agradable; muchas personas tienden a minimizar los defectos de sus parejas y proyectan las cualidades que ellos buscan o necesitan y se enamoran de eso exactamente, de sus propias proyecciones y cuando se pasa a esta etapa, se dan cuenta de que su pareja no es exactamente como ellos creían, y esto no es culpa de la pareja, sino del que proyecta todo esto en su pareja. En esta etapa donde hay una toma de decisiones en la cual la pareja sigue adelante o se rompe, y esto es fruto muchas veces de si la visión en el momento del enamoramiento y la que tenemos en esta etapa son muy diferentes, lo que crea frustración, decepción y/ o desengaño o, si no hay demasiada disonancia entre ambos momentos normalmente la relación suele seguir adelante.
  • La convivencia: este es otro período obligado en las parejas, aunque no siempre, puesto que actualmente sabemos de parejas que conviven en diferentes domicilios y funcionan perfectamente bien, por eso hablábamos que hay diferentes estilos de afrontamiento de la relación y diferentes estilos de convivencia. Pero desde luego, lo más generalizado es dar el paso a la convivencia, como símbolo de formalización y madurez de la relación, y esto muchas veces se ve como la prueba de fuego para las parejas. Hay personas que tienen miedo a la convivencia, porque piensa que esta les limitará su libertad u autonomía, otras sienten que la convivencia les aporta seguridad y tranquilidad. Desde luego en la convivencia se han de poner en práctica nuestras habilidades de comunicación, de solución de conflictos, de llegada a acuerdos y negociaciones, hemos de ser pacientes y flexibles, y hemos de cooperar entre ambos. Lo cierto, es que por lo general, la convivencia crea un ambiente de cooperación, seguridad, y apoyo muy valorado por las personas. Pero tengo que poner la puntilla en como la convivencia, puede hacer decaer el deseo, por lo que hemos de estar muy pendiente de trabajarlo y no caer en la rutina, en el estrés, en el "no tengo tiempo para nada", "sólo quiero descansar", etc., porque para eso la convivencia es en pareja y no con un compañero de piso.
  • Proyecto de vida y consecución de objetivos: esto no es un momento en sí mismo, es más bien un estado que puede comenzar a forjarse o bien desde un principio de la relación, o al cabo de un tiempo, o ya en la convivencia. A lo que se refiere este apartado es a como la pareja comienza a generar objetivos y proyectos comunes, es decir, el "nosotros" comienza a estar presente, esto genera ilusión, motivación y evolución en la pareja. Bien es cierto tampoco hay que olvidar los proyectos individuales, pero hay que saberlos compaginar con los comunes, sino empezarán a invadirnos sentimientos contradictorios y frustrantes.
  • El compromiso legal o religioso: parece que llega el momento de la boda, es el momento más firme sobre todo a nivel social de formalizar la relación, aunque actualmente este "momento" se esté cuestionando y poniendo en duda, puesto que hay muchas parejas que no ven fundamental, ni necesario formalizar sus vínculos de esta manera. Desde luego esta es una decisión libre y que tiene mucho que ver con la cultura y la socialización de ambas personas de la pareja.
  • Los hijos y su crianza: al igual que el punto anterior, esto es elección libre y personal de cada pareja, las hay que deciden tener hijos y las hay que no. ¿Pero qué pasa cuando se deciden tener hijos? Hay que tener en cuenta que este es una de los planes más comunes en la pareja. Tener hijos implica cambios, y cambios muy importantes, ya que las responsabilidades aumentan, la reorganización de la vida diaria cambia, las preocupaciones aumentan, la vivencia de la sexualidad también experimenta cambios, etc., aunque lo cierto es que si bien tener hijos puede unir y generar sentimientos muy fuertes de la unión de la pareja, también puede ser un motivo de distanciamiento y de celos. Normalmente la llegada de un hijo crea dificultades o problemas de adaptación temporales, pero también genera acuerdos comunes en la pareja, en este momento es clave la colaboración, el apoyo y la buena comunicación.
  • El adiós a los hijos y el reencuentro con la pareja: actualmente esta etapa se pospone, por la tardía independencia de los hijos. También hemos de tener en cuenta que muchas parejas no se olvidan de la relación y la cultivan para seguir estando conectados. Lo cierto, es que muchos padres viven con alivio y alegría la partida de sus hijos, porque les refuerza su labor como padres y les permite disfrutar de más intimidad con la pareja; otras parejas pueden vivir con angustia este momento, y además, lo que les unía a sus parejas se acaba de ir por tanto, puede ser momento de la ruptura de la pareja. Otras, pese a estar distanciados vuelven a reencontrarse y a redescubrirse. Esta etapa puede permitir a las parejas realizar proyectos pendientes, disfrutar de la intimidad y de la privacidad, y volver a disfrutar de más ocio en común. Pero también, es una etapa que puede estar marcada por la enfermedad y los cuidados, donde se moviliza y se desafía la dinámica y cooperación familiar.

Al fin y al cabo, estos son los momentos más comunes, lo cual no quiere decir, que las personas tengamos que cumplir estas etapas en pareja, puesto que muchas veces hemos de reinventarnos y flexibilizarnos para poder vivir una vida que nos resulte satisfactoria.

Escrito por: María Álvarez, AN08209.